De todas las veces que he podido amar, jamás había sentido una
admiración verdadera. Sobre todo, no hablo de fascinación ni de veneración,
sino de esa admiración que inspira el respeto… como cuando alguien realiza algo
que uno mismo sería incapaz de hacer y que admitimos asintiendo con la cabeza,
de esa admiración que produce la alegría y las ganas de ofrecer tu ayuda…hoy,
20 de diciembre de 2013, siento que he logrado desembarazarme definitivamente
del menor rastro de esa piedad que arrastraba como una china dentro del zapato.
Las primeras veces que hicimos el amor fueron muy extrañas… en el momento en que nuestros caminos se
cruzaron, Cati no podía concebir su vida sexual futura más que dentro de una
relativa mediocridad… se consideraba sucia y peligrosa, pensaba que
contaminaría hasta el más mínimo amor o deseo que pudiera sentir… por mi parte,
atravesaba un período de transición un poco confuso, en el que me decía que
tenía que hipotecar durante un tiempo mi relación con las mujeres… que ante
todo debía poner en orden mis ideas…a pesar de eso tuvimos que rendirnos a la
evidencia de una loca atracción recíproca… el inicio fue suave y vacilante… la
actitud de asombro y sorpresa de Cati me colocaba en una situación de
dominación incontestable… me ofrecía, o más bien me imponía, el papel de macho
dominante que hasta entonces nunca en mi vida me había resultado fácil… esta
pauta de comportamiento se asentó rápidamente y se impuso como el medio ideal
para despertar su feminidad… y para recuperar mi seguridad… en lo esencial,
instintivo, creo que intuimos en seguida que íbamos a entendernos y alcanzar la
plenitud con respecto al sexo… hasta tal punto que creí que nuestra relación no
era más que sexual… pero sin embargo, quedaba una gigantesca
zona oscura, una espesa niebla, al menos en mi cabeza… y, por tanto, entre
nosotros… el contagio… estábamos
únicamente seguros de una cosa… - ¡están condenados al condón a perpetuidad! Por lo demás tuvimos que confiar en
nuestra educación y en algunos folletos…- sí, pero… ¿y las mamadas? En
resumidas cuentas, meros acercamientos que despertaban muchas dudas y preguntas
elementales: - y el cunnilingus? y los chismes? Y las cositas…?
Como si tuviéramos que hacer el amor con camisa de fuerza,
reflexionando, tanteando… entonces la vida nos concedió el mejor de los golpes
de suerte… en forma de buen tortazo en la jeta… en nuestro tercer encuentro el
condón se rompió. ¡mierda, mierda, mierda, mierda!
El
médico: visto el estado de
salud de la señora, y la débil concentración del virus en su sangre… y visto el
estado de su sexo… ¡Tiene usted tantas posibilidades de contraer el sida como
de cruzarse con un rinoceronte blanco cuando salga de aquí… JAJAJAJAJA…
entiendo que no estén tranquilos… vamos a hacer una pequeña viremia, sabrá a
qué atenerse en dos o tres días… ¿y si da
positivo? Rinoceronte, señor Peeters, rinoceronte… si da positivo, podremos
administrarle durante un mes una terapia triple… diez días después del famoso
contacto sexual, el virus no ha alcanzado los ganglios… ¡por ello, en cuatro de
cada cinco casos podemos eliminarlo! Bienvenido al pequeño mundo del sida ;-)
venga, la enfermera le va a tomar una muestra de sangre… le tendré al tanto…¡y
cuidado! No me hagan decir lo que no he dicho! ¡No jueguen con fuego!
20 de diciembre de 1989… Bastante antes de tener la certeza de mi
enfermedad, confirmada por los análisis, sentí de repente que mi sangre se
hallaba destapada, desnuda, como si una prenda o una capucha la hubieran
protegido hasta entonces sin que yo me diera cuenta de ello, puesto que se
trataba de una cosa natural, y algo, incomprensiblemente para mí, las hubiera
retirado. A partir de entonces he tenido que vivir con esa sangre desvestida y
expuesta a todo, como el cuerpo desnudo que debe atravesar la pesadilla. Mi
sangre, desenmascarada, por todas partes y en cualquier lugar, y para siempre,
a no ser que se produzca un milagro gracias a improbables transfusiones, mi
sangre constantemente desnuda, en los transportes públicos, por la calle cuando
paseo, continuamente acechado por una flecha que me está apuntando en cada
instante. ¿Acaso se nota esto en los ojos? Me preocupa menos conservar una
mirada humana que adquirir una mirada demasiado humana, como la de los
prisioneros de un documental sobre campos de concentración.
Confesárselo a mis padres sería como exponerme a que el mundo
entero me cagase en el mismo momento en la jeta, como que me cagasen en la jeta
todos los mediocres de la tierra, como dejar que mi jeta fuese machacada por su
mierda infecta. Mi preocupación principal en todo este asunto es morir lo más
lejos posible de la mirada de mis padres.
Mi médico, cada vez que me examina realiza en el mismo orden las
mismas operaciones: tras las habituales tomas de tensión y auscultación,
inspecciona las bóvedas plantares y las hendeduras de piel entre los dedos de
los pies, luego separa con delicadeza el acceso al canal tan fácilmente
irritable de la uretra; tras haberme palpado la ingle, el vientre, las axilas y
el cuello debajo de los maxilares, la inspección del velo del paladar, etc.
Acaba siempre el examen preguntándome si no he tenido durante los últimos meses
numerosas e incesantes diarreas. No, todo va bien…
En los reconocimientos médicos el cuerpo pierde toda identidad,
cuando se halla en unos circuitos médicos, queda reducido a una masa de carne
involuntaria bamboleada de aquí para allá, apenas a un número de registro, a un
nombre pasado por el triturador administrativo, vaciado de su historia y de su
dignidad.
¿Por qué me quieres?
Porque cuando atraviesas un paso de cebra parece que le haces el
amor a la calle entera… y también porque al despertarte hueles a cruasán
caliente… porque me siento bien contigo, porque me haces reír, y también me
respetas y no me das el coñazo, porque me estimulas, tienes espíritu, eres
honesta… porque me gusta tu culo , tocar la parte inferior de tu cara y tu
nuca, el sabor de tu piel, tu vientre, tus manos ásperas, la inclinación de tus
cejas… porque eres la única persona con la que no estoy jugando… porque eres
cerda e impúdica… fuerte y frágil…porque te planteas las preguntas acertadas,
me haces soñar con un mundo ideal, me das la impresión de ser buena gente, y
porque, al contrario de lo que crees, de todas las personas que conozco eres la
mejor dotada para la vida…
La mujer a la que amo tiene VIH y su niño también… antes pensaba
que la ciencia los había designado aparte, ¡pero es la sociedad la que los ha
clasificado! es una enfermedad física que afecta a lo más intangible que hay en
el ser humano… el amor… ¡crea discapacitados del amor!
Me gustaría avanzar… empujar la enfermedad fuera de nuestras vidas…
de lo que me compadezco es del sentimiento de injusticia… imagínensela… en su
casa… la amplitud de ese sentimiento… además, creo que para aligerar esa
arbitraria impresión ella prefiere culpabilizarse… pensar que si ha sido
contagiada es porque lo merecía, que tiene una parte de responsabilidad… ella
olvida el azar… el vértigo de lo arbitrario ¡lo cual es aun más injusto!
Humano… pero injusto… Estoy vacío, casi
deprimido… pero tengo la impresión de haber alcanzado algo… no puedo
explicarlo… ¿cómo reconocer el final del camino de otra forma que fijándose en
este sentimiento de vacío?
Mi boca es un estercolero. Todas las mañanas reciclo mi
basura. Abro los labios, dejo los
dientes expuestos, saco la lengua y trago. Trago la inmundicia concentrada en
pastillas. Trago las malas caras, el
mosqueo de los amigos que no lo saben,
la cara de mi madre que me ve demasiado delgado, el médico y sus cinco minutos cada tres
meses. Trago los pinchazos que me tienen el brazo destrozado. El colesterol y
los cólicos. Trago esta maldita lipodistrofia que me ha desfigurado el cuerpo.
Trago las noticias sobre el SIDA, el número de muertos, la desfachatez de la
industria farmacéutica, la medicación para África. Trago que nadie sepa que mi
pareja no murió de cáncer. Trago la discriminación más absoluta. Trago las
miradas esquivas de las dependientas de las tiendas ¿Una 38 de pantalón y una
44 de blusa? Trago la cara rancia de la farmacéutica del hospital que me conoce
hace 15 años y nunca me ha dicho ni hola. Trago el asco que me da levantarme
por las mañanas, las nauseas, el cansancio, la inutilidad de esta vida forzosa
que a veces no me interesa seguir. Y ni un día puedo olvidarme, evadirme,
distanciarme ni siquiera un metro de esta realidad infecciosa que me convierte
en un ser excluido de células descompuestas deseando morirse, como yo, a veces.
Morir y acabar con todo. Morir y descansar en paz. A veces me gustaría morirme
simplemente para no tomar una puta pastilla más.
Yo
pensaba morirme en el invierno de 1987. Pero todo lo que uno desea, parece que por un burocratismo
diabólico, se demora, aun la muerte. Considero que, cuando no hay otra opción
que el sufrimiento y el dolor sin esperanzas, la muerte es mil veces mejor. Por
otra parte, hacía unos meses había entrado en un urinario público, y no se
había producido esa sensación de expectación y complicidad que siempre se había
producido. Nadie me había hecho caso, y los que allí estaban habían seguido con
sus juegos eróticos. Yo ya no existía. No era joven, Allí mismo pensé que lo
mejor era la muerte. Siempre he considerado un acto miserable mendigar la vida
como un favor. O se vive como uno desea, o es mejor no seguir viviendo.
Necesito una buena descarga de vida concentrada… en fin… mañana ¡un
viaje bien merecido! Cati y yo hemos pasado dos días comprobando que todo
estaba en orden… sobre todo por el pequeño… Uno o dos juguetes favoritos…
Pañales… Antibióticos… Tratamiento… alcanzar un equilibrio entre lo práctico y
lo imprescindible… me pregunto cómo será este viaje… algo clandestino, algo
maravilloso… ¿algo complicado?... en fin… mañana estaré en el avión… pasado
mañana en Bangkok… tres días más tarde, ella y el niño se reunirán conmigo… la
esperaré en el aeropuerto… por lo demás, improvisaremos, ya veremos… me la
imagino llegando al vestíbulo, con su adorable semblante consumido… la cabeza
llena de angustias y deseos… y la bolsa llena de píldoras azules…
BLAS NUSIER (a partir de textos no teatrales).