miércoles, 20 de octubre de 2010

GRITO DESIERTO


La voz rota de la tormenta
en mitad de la noche
grita casi muerta,
por no tener coche
en una ciudad desierta,
[pobre,
y de piedra.
Me observa pasear y se lamenta,
engalanada con sus trueques,
con esa mirada tan atenta.
Yo no soy una almohada en la que llorar.
¡Vete a bañar el suelo,
O a fastidiar a los camellos!
A mí déjame en paz.
Permíteme al menos jugar.

Sabes que tu lluvia me hace mal,
 y tu grito todavía más,
que mi corazón es sutil
como un hilo de pescar.
Tócame el cuello y luego el pecho,
pero para de gritar.
Hoy no me ha guardado nadie
[tampoco ayer ni más tarde.
A ti qué más te da…
Tú eres feliz con los girasoles
qué te dan la espalda.
Yo busco expresar,
Bailar, volar, nadar...
Pero tenerte cerca.
Fuerte, fresca,
señalándome con el dedo,
apretando los dientes,
furiosa…
Y sin gritar.

Blas Nusier

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